Ciudad de México, 18 de junio de 2025 – Mientras el mundo volteaba a otro conflicto, desde Palacio Nacional se tejió una jugada delicada: Claudia Sheinbaum propuso a Donald Trump un «acuerdo general» en seguridad, migración y comercio, a través de una llamada telefónica de 20 minutos, tras cancelarse la reunión presencial en el G‑7.
📌 Lo que el acuerdo ofrece… y lo que preocupa
- Seguridad: cooperación en combate al narco y crimen organizado.
- Migración: protección a mexicanos que viven y trabajan en EE.UU.
- Comercio: un nuevo pacto complementario al TMEC que ofrezca “certidumbre”, con atención a aranceles al acero, aluminio y remesas.
✅ Lo positivo: no hay guerra comercial, hay diálogo. Trump se mostró “receptivo” y Sheinbaum evitó frentes abiertos.
⚠️ Lo que nos inquieta:
- Suena más a urgencia que a estrategia. El objetivo: amainar aranceles que ya nos estaban pegando fuerte.
- México no será “tercer país seguro”, lo descartó la Presidencia. Pero ¿quedó claro qué garantías habrá para migrantes y sus derechos?.
- La defensa de compatriotas se queda en buenas palabras y promesas por tratar; mientras tanto, miles siguen en limbo.
🌍 ¿Qué sentimos como mexicanos?
- Alivio económico: cualquier tregua comercial es buena para evitar subir los precios.
- Desconfianza política: el aparato insiste en que todo está “bajo control”, pero ya vivimos bajo la sospecha de que cedemos soberanía.
- Actualización automática de la diplomacia: ya pasó la estrategia de confrontación. Ahora es “mano extendida y cara fría”.
🧭 Tres claroscuros de este pacto
| Elemento | Suma | Resta |
|---|---|---|
| Seguridad conjunta | Más acción contra el crimen trasnacional | Podríamos quedar sujetos a decisiones externas del aparato de EE.UU. |
| Reconocimiento a migrantes | Van a discutir garantía de derechos civiles | No hay mecanismo claro ni legislação vinculante |
| Nuevo tratado comercial | Certidumbre para exportadores frente al TMEC | ¿Solo paliativo? Hay decisiones clave pendientes hasta 2026 |
🧠 Comentario final desde Armando la Neta
Queremos que los acuerdos con EE.UU. sean de igual a igual, que no dependan de caprichos. Queremos que el comercio fluya sin golpearnos en las economías más sensibles —como el trabajo migrante y las PYMEs—, y que los derechos de los trabajadores mexicanos en el extranjero no queden en promesas bonitas.
Este “acuerdo general” es un paso sensible… pero sin garantías claras suena más a parches inmediatos que a soluciones sólidas. La relación con EE.UU. no puede ser un vaivén entre amenazas arancelarias y llamadas telefónicas.





